"Lo siento, la dueña no quiere extranjeros"
Una de las mayores dificultades con la que se encuentra la población extranjera en su día a día en nuestro país es la búsqueda de vivienda. No me refiero con ello a que sea complicado encontrar una casa bonita, con jardín o sin él, o con piscina de 15 ó 20 metros de longitud. La dificultad estriba en el sencillo acto de firmar un contrato de arrendamiento de un piso en cualquier ciudad española. Cualquier piso. Las excusas al llamar una persona extranjera a un teléfono de una inmobiliaria o un particular que dispone de viviendas en alquiler son de lo más variadas. En muchos casos, esconden el claro aroma de la discriminación. Sutil, pero al fin y al cabo discriminación, cuando no directamente la xenofobia más descarnada.
De entre las excusas más comunes destacaría una de ellas: la falta de disponibilidad de vivienda. Esta contestación pone de manifiesto una discriminación más sutil, pero en cualquier caso una discriminación de tipo racial, étnico, religioso o por razón de origen, guiada por prejuicios y estereotipos. Podemos concluir que esta discriminación sería directa y oculta (puesto que se intenta encubrir con motivos de carácter neutro).
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